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CONTEXTOS/ Reinvención profesional

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Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)

Reskelling o reciclaje profesional es imprescindible cuando los expertos vaticinan que la digitalización y tecnologías de la información en general volverán obsoletos 40% de los actuales puestos de trabajo. El reto de las universidades, entonces, es inferir el tipo de habilidades requeridas para poder solucionar problemas que aún no existen con habilidades que aún no se descubren.

Sin embargo, si es posible identificar las destrezas que demandarán los nuevos entornos de trabajo. Y contrario a la noción popular de que bastará la alfabetización tecnológica, existen destrezas que imperarán en el futuro laboral y que pueden anticiparse desde ahora.

La necesidad de habilidades manuales y físicas, así como las cognitivas básicas, disminuirá: son las más propensas a tecnificarse y sustituir a las personas. Sin embargo, la demanda de habilidades tecnológicas, sociales, emocionales y cognitivas superiores ascenderá. Incluso, ya se asocian con una mayor probabilidad de empleo, mayores ingresos y satisfacción laboral.

¿Cuáles son ellas? Sin importar el sector en el que trabajen o la ocupación desempeñada, todos debemos enfocarnos en tres objetivos: añadir valor más allá de lo que pueden hacer los sistemas automatizados y las máquinas inteligentes, en segundo lugar, lograr operar en un entorno digital y el tercer factor es adaptarse continuamente a otras formas de trabajo e incluso crear nuevas ocupaciones.

En capacidades de autoliderazgo e interpersonales, aparecen la confianza en sí mismo, hacer frente a la incertidumbre, coraje y toma de riesgos, empatía, coaching y resolución de conflictos. En ellas no existen planes de estudio formales que los incentives aún y habrá que trabajar en ellos a través de asignaturas ya establecidas.

Sin embargo, existen habilidades en las que será más difícil trazar avances significativos como la adaptabilidad, hacer frente a la incertidumbre, sintetizar mensajes y la orientación al logro. De ahí que exista cierta renuencia en las instituciones formales por centrarse en tales habilidades y se privilegien las vinculadas a los ingresos altos: comprensión de los sistemas digitales, uso y desarrollo de software, planificación y formas de trabajo y la comunicación.

Estas se vinculan a conocimientos específicos como desarrollar un plan de trabajo y hacer las preguntas correctas. Otras resultan más transversales y ambiguas como reforzar la confianza en sí mismo y tomar conciencia organizacional. Otras destrezas, hay que decirlo, rebasan a la educación formal y, sin embargo, resultan imperativos en los trabajos del futuro, como implementar la humildad.

Actualmente las universidades y centros de educación superior deben indagar y organizar datos sobre la demanda del mercado de empleos y habilidades, así como datos sobre programas de capacitación para estructurar programas específicos que satisfagan la demanda laboral del futuro.

Sin embargo, cada profesionista ahora tiene el reto de reinventarse a sí mismo y plantearse seriamente qué diferencial de mercado y valor único ofrece en la empresa y en el sector productivo participa. Esa óptica, por supuesto, deben tenerla también los estudiantes actuales y quienes ya abandonaron las aulas hace mucho tiempo. El conocimiento y las destrezas. Como muchas otras cosas, deben reforzarse e innovarse continuamente. El reskilling es el reto que prevalece y permanecerá en el futuro laboral.

Así como la Revolución Industrial en el siglo 19 impulsó una expansión del acceso a la educación, la revolución tecnológica de hoy debe impulsar una mayor expansión para garantizar un acceso universal, de alta calidad y asequible a la educación desde la primera infancia hasta más allá de la jubilación. Es el costo de la vigencia.

 

 

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