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CONTEXTOS/ Universidad e innovación

Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas.

La Revolución Cultural en China, que ocurrió entre 1966 y 1976, fue uno de los movimientos sociopolíticos más disruptivos de la historia de la humanidad y que ahora nos presenta grandes enseñanzas respecto al poder de las universidades en la innovación.

El presidente Mao Zedong cerró todos los colegios y universidades del país y los ayudó a difundir los valores burgueses. Para los jóvenes que tuvieron la mala suerte de estar en sus años universitarios durante este tiempo, su experiencia después de la escuela secundaria consistió en trabajar en fábricas o en granjas, encerrándolos efectivamente en un estilo de vida con pocas posibilidades de obtener un título más alto.

El presidente Mao murió en 1976, y la Revolución Cultural murió con él. Su sucesor, Deng Xioaping, reinició los exámenes de ingreso a la universidad en 1977, y los colegios y universidades reabrieron al año siguiente con 273.000 nuevos estudiantes. Al año siguiente, 420,000 estudiantes comenzaron su viaje universitario. Pero tomó otros 15 años para que las instituciones de educación superior se recuperaran de la pausa de 10 años, que no solo afectó a los miembros de la facultad, sino que también dejó las instalaciones y el equipo de la universidad gravemente dañados.

Existen muchas lecciones en ese período oscuro de la historia china, desde los costos del gobierno autoritario hasta los peligros de la toma de decisiones concentrada. Uno menos obvio es el papel de la educación superior en el éxito de la economía de una nación.

Los científicos sociales han establecido que el capital humano, en forma de educación y capacitación laboral, es esencial para el crecimiento económico y ahora se busca comprender el verdadero impacto de la educación en la innovación.

Así se identifica que las empresas dirigidas por un director ejecutivo sin un título universitario que asistió a la universidad durante la Revolución Cultural tienen menores gastos de Investigación y Desarrollo de las empresas, menos solicitudes de patentes, menos patentes concedidas y menos citas de patentes.

Estos resultados plantean la pregunta: ¿por qué los CEOs con educación no universitaria no son reemplazados por CEOs con educación universitaria? Porque en China la promoción interna de la gestión está basada en la antigüedad y en las conexiones.

Sin embargo, las enseñanzas son claras: Si bien la Revolución Cultural terminó hace más de 40 años, sus efectos perjudiciales todavía se reproducen y un aprendizaje crucial es que la educación superior es crucial para la producción de ideas y el crecimiento económico.

 

 

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