Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas
Inmersos en los avances en la Tecnología de Información e imperativos para salir a flote de una pandemia internacional, muchos gobiernos pasan por alto la trascendencia de soluciones tecnológicas que están de la mano con tendencias empresariales como la digitalización.
Esta involuntaria invisibilidad tendrá repercusiones drásticas en los ámbitos sociales, empresariales, científicos y económicos. Urge, pues, analizar el papel que jugará el gobierno en relación a la Inteligencia Artificial (IA). ¿La facilitará o promoverá?
La inteligencia artificial forma parte de este conjunto de tecnologías disruptivas que proporcionan un paraguas en el que se integran algoritmos que imitan algunas funciones cognitivas humanas, como el reconocimiento de patrones y la predicción.
Se trata de una tecnología que permite automatizar ciertas formas de aprendizaje en función de la captación masiva de datos personales y procedentes de sensores y dispositivos, dando lugar a diversas aplicaciones como sistemas de salud, visión computarizada, entretenimiento, descubrimiento de medicamentos, automatización, robótica y otros.
Los líderes empresariales deben ser conscientes de que la IA afectará a grandes sistemas a escala global como sectores industriales, infraestructuras de transporte, energía y telecomunicaciones, servicio de salud, defensa y mejora de la administración pública.
En sí, el desarrollo de la IA generará la concentración de poder en pocas empresas y Estados o un modelo de relaciones de poder más equitativo, que beneficiará en mayor medida a la sociedad y la empresa.
Es decir, la IA es una cuestión relativa a la distribución del poder en el futuro porque afectará a la confianza entre instituciones nacionales, entre empresa y Estado y también entre gobiernos. El rol estatal es relevante y crucial en sectores tan trascendentales como la economía.
El panorama es éste: la economía digital, ahora, impone una importante traslación de valor desde la explotación de activos físicos hacia activos informacionales. Éstos últimos generan efectos de red y factores de escala desconocidos hasta la fecha. Además, transforman otros factores, como el valor del capital y el del trabajo.
El impacto de la economía digital se prevé en incrementos de productividad, en la creación de nuevos sectores industriales y la transformación de muchos de los existentes, así como en la creación de nuevas profesiones y de nuevas áreas de conocimiento. Asimismo, generará importantes efectos en la demanda y el consumo, por lo que la magnitud que más se utiliza en los planes de IA es el incremento del Producto Interno Bruto.
Dada su trascendencia, la importancia de la IA no pueden soslayarla los gobiernos ni desdeñar un papel activo en su propagación y uso. Más aún: resulta crucial por la incidencia que tiene en la productividad, la mejora de la gestión de inversiones de capital con algoritmos que aprendan respecto al cálculo de riesgos, la mejora en la creación de demanda por sistemas de recomendación, la mejor previsión de inversiones y otros.
Así, serán claves las políticas públicas de promoción y facilitación de la IA, el potenciar la colaboración entre empresa y Estado así como establecer las sinergias entre la investigación y desarrollo público y privado y el desarrollo económico.
Comments