Por Alfonso Morales Ibáñez, catedrático, conferencista e investigador universitario
Las empresas y corporaciones se enfrentan a un entorno cambiante que, cada vez con más rapidez, provoca crisis, más o menos severas, en períodos progresivamente más cortos. Estas crisis pueden tener diferentes denominaciones que muchos asumen como modas gerenciales: privatizaciones, fusiones, adquisiciones, cambios sobrevenidos en tecnologías y/o productos, entre otros.
Es decir, las crisis no son algo extraordinario que rara vez aparece en el panorama corporativo. Son recurrentes, variadas y cada vez aparecen con más frecuencia. Son parte de la cotidianeidad empresarial y, por ende, debe gestionarse para enfrentar desafíos constantes.
Sin embargo, existen cinco peligrosos mitos que limitan la trascendencia y oportunidades de las empresas para aportar a la sociedad. Por supuesto, esta visisón rebasa la generación de riqueza y oportunidades para todos los grupos de interés. Tiene que existir, además, una mejora social que se extiende de los ámbitos locales a nacionales y del mundo. Es una ola expansiva de responsabilidad social corporativa.
Ahora, generar acciones relevantes y de gran importancia social, que no sólo fortalezcan la misión empresarial y la reputación corporativa, debe iniciar con la desmitificación de la crisis. Someramente enuncio esto:
Mito 1. Las crisis pueden soslayarse. Nunca. Éstas afectan sustancialmente los resultados o razón principal de existir de la empresa. Asimismo, no se trata de situaciones excepcionales sino de cambios profundos y permanentes. Las crisis son estructurales.
Mito 2. Las implicaciones de una crisis no son permanentes. Realmente, tienen una incidencia no cuantificable en el tiempo. Se trata de oportunidades reales de creación de valor para todos los grupos de interés (stakeholders).
Mito 3. La demanda de una crisis a las corporaciones es irrelevante. Independientemente de estar más o menos de acuerdo con la validez de las exigencias y/o con el nivel de las mismas que suele ser alta, siempre cala en el tejido social y aparece en la sociedad para quedarse. De ahí su importancia.
Mito 4. Las crisis abarcan el ámbito legal nada más. Todo va más allá de las exigencias legales. Entre mayor riqueza y poder tiene una empresa se compromete más, de manera natural, en la mejora de la sociedad en todas y cada una de sus facetas. Esto, por supuesto, sin renunciar a la creación de valor para sus grupos de interés. Es el poder y compromiso de los privilegiados.
Mito 5. Una empresa tiene un rol acotado en las crisis mundiales. Es una obligación de las corporaciones liderar la mejora social en todas sus vertientes. El liderazgo va unido a compromiso y éste demanda acciones. Así, el liderazgo real que ejercen las corporaciones, el impacto en la sociedad, su grado de desarrollo y la exigencia de la sociedad respecto a la contribución que dichas corporaciones ejercen, es una oportunidad de ampliar los horizontes de las empresas y comprometerse a alcanzar lo que las agendas de todos sus grupos de interés demandan.
En sí, los cambios profundos y frecuentes son oportunidades para fortalecer el compromiso y crear una generación de líderes empresariales que comprendan la enorme importancia que el desempeño de sus responsabilidades conlleva.
En tiempos de pandemia, en este momento, todos los factores empresariales cuentan en la construcción de la reputación empresarial. Y un factor esencial es la menera en la que las empresas ejercen su liderazgo.
La disyuntiva entonces es clara: mirar la crisis como algo irrelevante y desdeñar la propia capacidad de convertir a la empresa en agente de cambio o visualizar la modificación extrema en una oportunidad de adecuarse al entorno y contribuir a una sociedad más feliz y próspera. Y en este último caso, son los propios stakeholders los que mayores beneficios obtendrán.
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