Por Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva y autor de Liderazgo para tod@s.
¿Cómo cambiarán los negocios y la forma en que trabajamos a largo plazo? Hay algunas suposiciones seguras y tal vez obvias, como la reducción de viajes de negocios y la instauración híbrida del trabajo presencial y remoto. Pero también hay cambios que resultan menos evidentes. Estos son tres de ellos:
1. Fortalecimiento de la «arquitectura social». Esto implica desestimar slogans genéricos de cómo contribuir a una mejor sociedad. Los públicos de las compañías ahora exigen un verdadero involucramiento de las empresas y las preguntas cruciales que deben responder los líderes son ¿Cuáles son las políticas detrás de la misión, cómo se miden los resultados, qué significa la empresa y cómo demuestra su compromiso con esos valores?
Cuando hay una brecha entre las palabras y la acción, la gente lo detecta y se pierde la credibilidad entre los stakeholders. Ahora, a medida que el capitalismo de accionistas vira al de partes interesadas, los líderes tienen un mayor escrutinio público y deben cuidar congruencia entre sus acciones y palabras.
2. Se incrementa la importancia de la agilidad para generar alto rendimiento. Así, se emprende una búsqueda de personas talentosas que entienden la importancia de abrazar la ambigüedad y de aquellas que puedan aprender cosas nuevas rápidamente y, si es necesario, desestimarlas igual de rápido.
Esto tiene sentido en una era en la que deben incorporarse continuas modificaciones para satisfacer consumidores más cautos, recesivos e informados. No basta ya la innovación incremental sino la holística en todo tipo de productos y servicios.
3. Las habilidades básicas del liderazgo importarán más que nunca. El trabajo remoto transfiere mayor importancia al liderazgo. Así, el C-suite necesita articular la estrategia de maneras que proporcionen señales claras a todos de qué se debe trabajar y cuál es la importancia de ello.
Asimismo, el teletrabajo requiere fomentar e integrar la cultura corporativa. Los líderes tendrán que reforzar esos valores en cada punto de contacto y tomar medidas más explícitas para crear una especie de infraestructura de escucha para entender pensamientos y sentimientos de sus colaboradores.
Las tres tendencias marcan una nueva era en el mundo laboral y los factores esenciales para crear la resiliencia empresarial en todas las organizaciones. No se puede generar un antídoto a priori para futuras crisis, pero si se pueden crear condiciones para que las organizaciones sean más proactivas y adaptables.
Asimismo, en nuestro tiempo vislumbramos un cambio radical del liderazgo, que debe ser un generador de energía y multiplicar las potencialidades de cada uno de los miembros del equipo para hacer más con menos y sostener una mentalidad de innovación permanente.
Los modelos de gestión deben cambiar a estructuras horizontales que den cabida a multiplicidad de ideas y soluciones de equipos de trabajo heterogéneos. Para ello, debe fortalecerse la arquitectura social, agilidad y el liderazgo holístico.
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